2.2. Estructura interna.


En cierto modo la estructura interna del Ciberespacio podemos asimilarla a la idea del "Mundo3" de Popper analizado con todo detalle por Habermas. En ese sentido es un mundo producto de la mente humana, en tanto que una vez superados los soportes materiales del mismo, SÓLO encontramos lenguaje e ideas, comunicación humana y acción social.


De esta forma el Ciberespacio, es una producción nuestra pero a la vez es autónoma; actuamos sobre ella siendo imposible llegar a dominarla. Incluso a pesar de ser un producto de la interacción social, tampoco puede ser dominada solidariamente. Como todo sistema u organización, el resultado final en su interacción es superior en todos los sentidos a la suma de sus partes. (Morin, E. 77)


Los tanteos por cartografiar con detalle los componentes del Ciberespacio no son posibles dada la enormidad que constituye el sistema en sí. Ésto conlleva que sus integrantes se vean inmersos en un proceso constante de autodescubrimiento de sí mismos en dicho entorno y en su relación con el. Se entresaca de esta visión la aparición del concepto sociológico de acción y las relaciones que se derivan del mismo como acción/mundo, como expresé con anterioridad.


Contrastando el esquema de Acción Comunicativa de Habermas aplicado a este "mundo", analizamos el contexto cultural en el que se desarrolla la acción social. La supuesta "precomprensión cultural" necesaria en dicho esquema queda complejizada. El necesario "saber de fondo aproblemático", es en el Ciberespacio, intrínsecamente problemático, conflictivo, turbulento y tenue en sus contrastes. Con lo cual dicha precomprensión se torna en incertidumbre.


El saber de fondo existe, pero en sí es más un problema para el cibernauta que en un momento dado, preferiría "no saber" a conocer la enorme complejidad que encierra el sistema del Ciberespacio. De todas formas existe una idea de sistema básico de conocimiento general del Ciberespacio, como un ente compuesto de dos sistemas principales de comunicación e información que se entrecruzan hasta el infinito, entre sí, generando múltiples subsistemas con identidad propia.


La idea de la estructura del Ciberespacio necesita de un concepto externo, móvil, para asegurar su correcta comprensión. La idea de "navegación" es necesaria para activar un sistema que es dinámico por definición. La navegación compone y recompone a nuestro paso los subsistemas entrelazados, dándoles sentido, rompiendo las cajas negras inertes que vemos desde fuera. El "navegador" es un objeto híbrido que pertenece al sistema y sobresale de él y que nos sirve de elemento de engarce para la inmersión en el Ciberespacio infocomunicativo.


En el Ciberespacio tal como lo conocemos actualmente, se ha producido un proceso de retroalimentación entre sus distintos mundos generando un crecimiento del número de sus elementos internos. Los niveles de comunicación y de acceso a la información se han ido sofisticando y generando otras posibilidades de conjugar el mundo de los contenidos del pensamiento.


Esta complejización estructural no es sino el reflejo de un proceso paralelo en la riqueza de la interacción social que se produce en el seno de este sistema. La heterogeneidad interna del colectivo de actores-usuarios del Ciberespacio genera la creación de canales selectivos de información. Este fenómeno de tribalización genera flujos, no compartimentos estancos; movimientos que en el seno de una red ya de por sí compleja, ordena la materia de su interés pero haciendo aún más fina y enmarañada la trama de posibilidades de circulación infocomunicativa. Es la construcción de la organización sobre procesos de generación de entropía.


En el Ciberespacio, como en cualquier sistema complejo, el creciente desarrollo del orden siempre va algo por encima de una también creciente entropía. En ese sentido, el vértigo de la infinita trama del Ciberespacio se ordena como el cierre de una cremallera con el navegador-demiurgo externo-interno que nos sirve de objeto para entrar y ser a la vez Ciberespacio.


2.3. Producción y reproducción del Ciberespacio.

Emilio Sáez Soro © 2000