Tema 1. Cap. 4. Configuración social de la tecnología y nacimiento de la informática alrededor de la II Guerra Mundial.
Sinopsis extraida de: Lévy, P. 1991. "La invención del ordenador" en Serres, M. (ed.), Historia de las Ciencias. Madrid. Cátedra.
(nota metodológica. Usar los enlaces para navegar ampliando el conocimiento de la materia expuesta y utilizando el cuestionario para comentar los lugares de interés a este efecto)
----------------------------------------------------------
La
Invención del Ordenador
Veremos cómo el ordenador aparece
al final de una cascada de manipulaciones e interpretaciones de
materiales heterogéneos y de dispositivos varios; como
colofón de una sucesión aleatoria de oportunidades
y circunstancias concretas, aprovechadas con distinta fortuna
por múltiples actores.
El
suceso desencadenante
En principio podría parecer que el
acontecimiento que desencadeno el desarrollo del ordenador fue
la segunda guerra mundial; sin embargo, otros hechos nos llevan
a otros años para situar su desarrollo.
Elementos
distorsionantes
Durante la II Guerra Mundial, los distintos
paises que participaban en la contienda desviaron los recursos
materiales y humanos que estaban trabajando en los primeros desarrollos
significativos del cálculo programable y los aplicaron
a sus necesidades belicistas.
Sólo Gran Bretaña generó un desarrolló
en esta línea que contribuyó al desarrollo tecnológico
en pos del ordenador, pero el secretismo militar en el que se
imbuyeron estos avances impidió su posterior avance.
Elementos
favorecedores
Dos elementos ligados al conflicto desempeñaron,
sin embargo, un papel indudablemente positivo en la invención
técnica, en general, y en la aparición de calculadoras
electrónicas en particular. En primer lugar, el considerable
aumento de las sumas dedicadas a la investigación y al
desarrollo. Los créditos militares permitieron que algunos
equipos cosecharan notables éxitos en el campo del cálculo
electrónico. En segundo lugar, se habían reunido
grandes equipos de investigadores en torno a vastos proyectos,
como por ejemplo los desarrollados en Los Alamos o los encaminados
a la construcción de radares perfeccionados.
Estas concentraciones se alcanzaron la magnitud de una masa crítica,
particularmente propicia a la invención. Creaban las condiciones
necesarias para que una serie de actore detectaran, interpretaran
y capturaran una multitud de ideas, teorías y de objetos
técnicos, destinados a fines múltiples.
Precursores
y genios fundadores
El historiador de las ciencias y las técnicas
que quiera esceníficar la invención del ordenador
es víctima de una segunda tentación clásica:
la del individuo (o genio) fundador. Varios candidatos se disputan
el estrellato, entre los cuales cabe citar a Charles Babbage,
Allan
Turing y John
von Neumann, aspirantes al papel con diferentes títulos.
Charles
Babbage (1792 - 1871)
Sabio de gran prestigio, matemático,
astrónomo, economista, vinculado a toda la vida científica
de la Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX, sería
un precursor ideal. Debe el privilegio de figurar en todas las
historias de la informática a la concepción de dos
calculadoras, la máquina diferencial y la máquina
analítica.
La primera era una calculadora conectada a una impresora, especializada
en operaciones muy frecuentes en cálculos astronómicos
y en la creación de tablas matemáticas. Babbage
la ideó hacia 1830. Su complejidad y su potencia superaban
con creces las de las sumadoras y multiplicadoras disponibles
por aquel entonces. No llegó a construirla, a pesar de
la inversión de importantes sumas, incluyendo subvenciones
del gobierno inglés entre otras.
En cuanto a los planos de la máquina analítica,
jamás construida integramente, describían una calculadora
no especializada, cuya configuración recuerda la de los
ordenadores. Babbage, disocia por primera vez, las funciones de
cálculo y de memoria, y, sobre todo, prevé un funcionamiento
controlado por programas codificados en tarjetas perforadas.
Bases
mecánicas
Con las invenciones de Babbage no se intentaba
construir un cerebro mecánico, ni siquiera una máquina
universal capaz de procesar información de forma automática.
La máquina analítica no es en su mente un soporte
de programas, como lo son los ordenadores.
El objetivo de Babbage consistía, ante todo, en elaborar
tablas náuticas, astronómicas y matemáticas
exactas, que sustituyeran a las utilizadas hasta entonces, que
estaban plagadas de errores. Para elaborar tablas numéricas
precisas, era necesario mecanizar, al mismo tiempo el cálculo
y la impresión. No se trataba del sueño de una máquina
pensante, sino de proponer un método industrial que redujera
los plazos de ejecución, eliminara los errores de cálculo
y de composición, y abaratara los costes de edición
de tablas.
Precedentes
técnicos
En el caso de Babbage la idea de la máquina
programable e incluso de la tarjeta perforada como soporte del
programa procede de los telares de Jacquard.
Otra bifurcación de camino inicial la encontramos en la
idea de «manufactura de logaritmos» de Maire Riche.
Este, como director del catastro de París, organizó
una verdadera fábrica para el cálculo de tablas
matemáticas, aplicando los principios más estrictos
de la división del trabajo.
El astronomo ingles inspiró directamente
la construcción de una decena de máquinas durante
el siglo XIX, pero la influencia efectiva de sus trabajos en los
inventores de las grandes calculadoras digitales de la década
de 1930 y de los ordenadores de la década de 1940 fue prácticamente
nula.
Alan
Turing
Matemático y lógico ingles
que murio en extrañas y trágicas circunstancias,
fiel al estereotipo de sabio sacrificado.
Turing interviene, en un principio, en la historia de la informática
en calidad de teórico puro. En 1936 publicó un artículo
acerca de un complejo programa de lógica matemática.
Este artículo contiene la descripción de un autómata
abstracto - la máquina universal- capaz de efectuar todos
los cálculos inimaginables. Gracias a lo preciso de su
descripción, Turing logró demostrar a existencia
de problemas no solubles por la máquina universal y, por
consiguiente, por ningún método de cálculo.
Unos años después, Turing participó en varios
aspectos de la concepción de las calculadoras electrónicas
inglesas y, después de la guerra en la construcción
de los primeros ordenadores.
Desarrollo
y condicionamientos
Desde el punto de vista puramente formal, y ciñéndonos a la cuestión de la calculabilidad, la máquina universal descrita en el artículo de 1936 es el equivalente lógico exacto del ordenador, aunque se anticipe a éste en unos diez años. Encontramos, en particular, las nociones de programa interno, de cálculos sobre los programas y de generalidad máxima, que buscamos en vano en la obra de Babbage. Es pues una tentación contemplar el ordenador como la encarnación del autómata lógico de 1936, máxime cuando el mismo individuo se vio implicado sucesivamente en la concepción de ambos. El ordenador se concibió primero bajo una forma ideal, antes de reflejarse en una máquina real. Pero no debemos caer en esa tentación. La máquina universal de Turing, descrita en el artículo de 1936, no es, en el fondo, más que un artefacto muy ingenioso de demostración centrado en un problema matemático de base. La máquina de Turing no inspiró a ningún constructor un autómata concreto. El contexto en que había sido ideada se encontraba demasiado alejado de los problemas a los inventores de calculadoras de vidrio y de metal para que pudiese sacársele provecho.
Los fundamentos de tipo teórico,
deben distinguirse de los cimientos, de orden genético.
John
von Neumann
Representa la imagen del sabio reconocido.
Normalmente se considera a Neumann como el fundador de la informática
por haber redactado los planos del
EDVAC (Electronic Discrete Variable Automatic Calculator),
primer documento que describe la disposición interna y
los principios de funcionamiento de los ordenadores modernos.
Caza
y captura
El caso von Neumann es claro porque surge,
a todas luces, de una historia de caza y captura. Los planos de
la EDVAC sintetizaban y ofrecían de forma atractiva todas
las ideas formuladas por un grupo de trabajo de la Moore School
of Electrical Engineering de la Universidad de Pennsylvana. Este
grupo, que acaba de diseñar la primera calculadora electrónica
americana, se dedicaba a la investigación de nuevos principios
de organización y de funcionamiento para una segunda máquina,
cuando von Neumann se unió a él. Muchas ideas originales
de los planos de la EDVAC pertenecen a otros miembros de ese grupo.
El
logicismo, ingenieros y matemáticos
Para la historia de la informática,
el problema general de la fundación va íntimamente
unido a la cuestión concreta del logicismo. Hemos observado,
sin duda, que los tres principales candidatos al papel de fundadores
de la informática son matemáticos. Merecen todo
nuestro reconocimiento por haber ideado estructuras abstractas
que caracterizan, hoy por hoy, a los ordenadores y posibilitan
sus asombrosas prestaciones.
De esta manera, relegamos al olvido a los mecánicos, a
los ingeniero y a otros profesionales, cuya aportación
fue igualmente capital, aunque se preste con menor facilidad a
la escenificación del proceso de invención.
¿Ingenieros
o matemáticos?
La vacilación del historiador ante
la identidad de los inventores (ingenieros o matemáticos)
traduce la ambigüedad del lugar que ocupa actualmente la
informática (¿ciencia o técnica?). Elegir
a Babbage como precursor y a Turing o von Neumann como fundadores,
significa optar por la ciencia. Pero esta opción no refleja
probablemente la eficacia de los ordenadores, puesto que las estructuras
lógicas y las arquitecturas internas hubieran sido prácticamente
inútiles sin una serie de materiales y dispositivos físicos
que permitieron alcanzar velocidades del orden de milisegundos
para efectuar complicadas operaciones. La cuestión de la
velocidad aunque no resulte relevante desde el punto de vista
lógico, es crucial cuando se trata de construir una calculadora
programable apta para todos los usos.
La
historia expresada en generaciones de materiales
Sí lo hiciesemos así, el resultado
sería una sucesión de generaciones: en primer lugar,
máquinas mecánicas, luego electromecánicas
y, por último, electrónicas, que desembocaría
en la era de los ordenadores de verdad.
Sucesión
en la electrónica.
La válvula, el transistor y el circuito
impreso determinarían la progresión lineal de los
ordenadores hacia una mayor ligereza, velocidad y fiabilidad.
Pero esta visión simplista, ampliamente difundida por los
grandes constructores, hace caso omiso de algunos aspectos de
la informática, como por ejemplo los lenguajes de programación,
los programas o dispositivos de comunicación entre la máquina
y el usuario, y no digamos nada de sus repercusiones sociales.
Desmoronamiento
La aventura de la microinformática contribuyó a desmoronar el esquema lineal de las «generaciones».
Es más interesante prestar atención
a como los actores interpretan, desvían o captan para su
propio provecho, situaciones, disposiciones técnicas y
fuerzas sociales. Los dispositivos materiales, si bien condicionan,
por supuesto, importantes giros en la historia de la informática,
no proporcionan certezas más determinantes y unívocas
que los grandes acontecimientos o el genio de los matemáticos.
La
causa futura
Llegamos a la explicación teleológica de los origenes de la informática. Según esta versión de los hechos, el ordenador, tal como lo conocemos actualmente, estaba ya, de manera solapada, en el punto de mira de todos aquellos que trabajaban directa o indirectamente en la mejora de los métodos de cálculo, de los primeros constructores de ábacos al inventor de los logaritmos. Toda la historia converge, desde el principio, en el estado actual de nuestras técnicas y de nuestro saber. No existieron bifurcaciones, opciones ni reinterpretaciones del pasado encaminadas a la realización de nuevos proyectos. Nuestro presente y, sobre todo nuestra forma de entender dicho presente, es una especie de punto omega que, desde el futuro, orientó el curso de la historia. Los innumerables riesgos y contingencias que caracterizan a la historia sólo son medios puestos al servicio de este proyecto. Las circunstancias se ven así despojadas de su carácter decisivo, de su poder de orientación.
¿Cómo admitir que el mismo sueño dirigiera subrepticiamente a un creador chino de ábacos del siglo X, a Leibniz y a Steve Jobs? Objetos y conceptos cambian de sentidoen función de los usos a los que se destinan los diferentes actores. Cada una de las creaciones de la historia del cálculo se enmarcan en un mundo imaginario, social y técnico determinado. Las propias nociones de cálculo y de automatismo se han transformado radicalmente desde las maravillas de teatro montadas por los mecánicos de Alejandria o desde los primeros dameros aritméticos trazados en las arenas de Egipto. La crítica de las causas futuras en historia debería basarse, prácticamente, en los mismos argumentos que la crítica de la teleología de la evolución. No existe ninguna razón para extenderse sobre este punto.