6. CONCLUSION  

En la comarca del Alto Palancia la actividad turística no es novedosa, hace ya muchos años que en las poblaciones de dicha comarca se registra un turismo de tipo familiar, económico y de temporada. Localidades como Navajas, Altura, Viver, Gaibiel, Teresa, etc., registran tal afluencia de este tipo de visitantes que en algunas ocasiones constituyen mayor número que los habitantes oriundos de la población.

Pero este tipo de turismo tradicional no es el "turismo rural" del que se trata en esta investigación. El turismo rural tradicional se ha consolidado en muchas poblaciones como una actividad indirecta, en la que cobrando bajos alquileres, se arriendan a temporadas el alojamiento excedente, tal como está en el momento en que se deja de usar; generalmente sin invertir en él para su nuevo uso turístico.

Este tipo de turismo, generalmente deja poca riqueza en los pueblos que visita, teniendo en cuenta, el enorme volumen que representa comparándola con la población de acogida y la gran cantidad de tiempo que suelen estar alojados, siendo dicha estancia en muchos casos todo el verano.

Más bien se podría decir que este tipo de turismo le suele salir muy caro a los pueblos de acogida, pues representa una sobrecarga para los servicios de la población que no reciben una compensación a modo de impuestos o de otro tipo. En muchas ocasiones, representa una carga para el patrimonio histórico monumental y medioambiental, ya que la proporcionalmente masiva afluencia de población que pretende disfrutar de estos recursos, no suele ser muy cuidadosos con los mismos, hecho manifiesto con cualquier visita a la campiña en las épocas vacacionales. Estas cargas que no son compensadas económicamente, dado lo barato de los arrendamientos, por la mencionada ausencia de impuestos, y el hecho de que en numerosísimas ocasiones los visitantes compran todo lo necesario en los hipermercados de las ciudades; suponen desde mi punto de vista, una falsa tabla de salvación para los pueblos económica y demográficamente decadentes. Ya que a corto plazo, sólo contribuye a sostener una precaria situación económica y a medio o largo, acabará con los escasos recursos potenciales (a nivel turístico) de dichas poblaciones.

Esta concepción del turismo en el medio rural, está plenamente consolidada en algunas poblaciones desde hace algunas décadas. Sin embargo, es claro que dichas poblaciones no han prosperado de forma significativa, más bien todo lo contrario; la comarca del Alto Palancia pierde habitantes, año tras año sin parar.

Este sustrato de lo que vienen siendo hasta ahora las actividades de turismo en el medio rural es el principal "reactivo" para contrastar el conocimiento de la nueva concepción de lo que se viene a denominar "turismo rural" o/y "agroturismo".

El hecho de intentar hacer comprender que la promoción del "nuevo" turismo rural se sale de las dimensiones hasta ahora comunes en las prácticas turísticas locales, nos sirve de indicador de la reacción al cambio que supone la transformación de dicha actividad ya clásica en el medio rural estudiado.

La resistencia a aceptar las nuevas ideas o el desconocimiento de las mismas, nos marcan una pauta "reaccionaria" y la aceptación de las nuevas ideas, nos da una pauta de mayor flexibilidad ante las opciones de innovación.

En exposiciones de responsables de la puesta en marcha de actividades de turismo rural en otras Comunidades Autónomas y comentado como un elemento importante para la puesta en marcha de este tipo de actividades turísticas, se manifestaba las dificultades en cuanto a la falta de colaboración y solidaridad de los ciudadanos potencialmente implicados (9). Aparentemente este no es el caso que nos ocupa, ya que los valores registrados en las intenciones de dedicación, inversión y participación en común, han resultado muy elevados. Aunque estos datos tendríamos que corroborarlos con la realidad de la puesta en práctica posterior.

La supuesta mayor resistencia al cambio del medio rural, a la vista de los datos obtenidos en la investigación, son eso, supuestas mayores resistencias. Pues las pautas de una mayor o menor permeabilidad hacia la aceptación de nuevas actividades, responde a criterios generales al medio urbano como al medio rural: edad, nivel de estudios, estructura social, etc.. Puesto que no se observa una pauta diferente en los resultados que los conforme en alguna característica distinta, no podemos pensar que al menos en este caso, exista una pauta conservadora más intensa que la que se pueda dar en cualquier otro lugar.

En un primer vistazo a los datos, nos da la sensación de que existe un ambiente muy favorable para la puesta en práctica de estas actividades, pero esta percepción sin ser incierta, se va matizando conforme se profundiza en los condicionantes para la puesta en marcha de la misma. Resumiendo podríamos decir que son muchos los que quieren y no tantos los que pueden o quieren de verdad.

En principio, la recepción de la idea de desarrollar el turismo rural, no registra elementos que pudiesen diferenciarla de la que se pudiese dar en el seno de cualquier otra comunidad rural o urbana. Las dimensiones asociadas son bastante coherentes, desde una perspectiva macrosocial, pues el hecho de que influyan variables como la edad, el nivel de estudios, los ingresos, no son variables que hayan resultado funcionar en su influencia de una forma peculiar respecto a la lógica de otras comunidades. Alguna diferencia podemos encontrar en la interacción de variables como el sexo y el estado civil que se encuentran más influenciadas por la idiosincrasia tradicional de las comunidades rurales.

Existen dos factores que sí resultan definitivos a la hora de diferenciar a los habitantes de la comunidad estudiada de otras más urbanas, respecto a la puesta en práctica del turismo rural. El primer factor es la disposición de "abundantes" recursos de alojamiento excedente, dado el despoblamiento que se está produciendo en las localidades estudiadas. Esta situación que en principio es producto de la decadencia de las comunidades rurales, puede ser por otra parte un recurso inicialmente imprevisto, que puede configurarse como estructura en la que basar la posible actividad turística. El segundo factor, es la propia gente, con sus cualidades y actividades. En principio, la disposición general de la población encuestada ha sido muy favorable, tanto para la dedicación como para la colaboración al respecto de estas actividades; rasgo probablemente derivado de la mayor interacción social que se da entre las gentes de estas poblaciones. Además, hay que tener en cuenta los conocimientos y habilidades de gran número de personas del colectivo estudiado, acerca de actividades de tipo artesanal y de manejo en el medio natural, agrícola, etc. Calidad personal que es difícil encontrar de forma abundante en otro tipo de comunidades, y que ofrece toda una cantera potencial, para desarrollar las actividades tratadas.

Un elemento que se ha manifestado como clave, en casi todas las dimensiones estudiadas, directamente relacionadas con la puesta en práctica del turismo rural, es el de la información y todos los elementos que confluyen en ella.

Se hace notar un problema especialmente grave: nos encontramos con la enorme contradicción de que las personas a las que va dirigida especialmente la promoción de este tipo de actividades, los agricultores, son los que menos conocen los detalles de las mismas. Sin embargo son el colectivo que mayor interés muestra por desarrollar este tipo de actividades, en todas las dimensiones básicas relacionadas con las mismas (dicese de intención de dedicación, de inversión, de trabajar en común, de ofrecer alojamiento y de asistir a cursos de formación). Este hecho, tiene que resultar una llamada de atención para los sectores que intervienen en su desarrollo. Pues campañas informativas, existe constancia de que se han desarrollado, pero ¿quién las ha recibido?. Los sectores de población que han mostrado un mayor conocimiento del tema, han sido los sectores de mayor educación, los profesionales, funcionarios y mayoritariamente personas relacionadas con el sector económico de servicios. Es necesario reorientar las campañas informativas, pues sus resultados a la vista está, no han sido los deseados. Más bien se está produciendo un efecto perverso, pues las personas a las que se pretende involucrar, sobre todo los agricultores, tienen por lo general una idea totalmente opuesta de la que se pretende fomentar. Así tenemos que, una actividad que se pretende desarrollar de una forma desconcentrada, respetuosa con el medio ambiente, integrada en el entorno urbanístico tradicional, de calidad en el servicio y el alojamiento, etc., se le da la vuelta y se opta por los argumentos contrarios; dícese de concentración, invasión de espacios, cantidad más que calidad, etc. Este efecto se fomenta cuando se oyen campanadas para promocionar el turismo rural, pero no se explica como hacerlo para no estropearlo, de esta forma, se pueden fomentar prácticas de las que en principio se pretendía huir.

 

7. BIBLIOGRAFIA.