1.2.2. Pautas en las relaciones de los usuarios de Internet.
La acción social que se desarrolla en el seno del Ciberespacio
está marcada por características propias de éste.
A la hora de iniciar un estudio sobre las mismas es necesario
tenerlas en cuenta ya que condicionan su desarrollo. Estas pautas
han estado muy influidas desde un primer momento por las peculiaridades
que le confieren los artefactos que median en él, y por
la evolución de usos y relación en dicho marco.
Atendiendo al número de interlocutores tenemos comunicaciones
privadas entre dos actores y grupales entre un número indefinido
de ellos. Este tipo de comunicaciones según la modalidad
que se emplee pueden ser en tiempo real o diferidas, e incluso
se pueden producir una mixtura en los tiempos y los actores. Todo
ello es debido a la gran flexibilidad que ofrecen las tecnologías
de apoyo.
Las características de esta interacción vienen reflejadas
con cierta aproximación teórica en las reglas no
oficialmente escritas de la Netetiquette, que en ellas se recogen
tanto las buenas como las malas prácticas de la comunicación
en la red Internet.
Uno de los elementos que marca con más fuerza gran número
de las relaciones que se establecen a través de Internet
es el anonimato con la que los interlocutores pueden cubrirse.
Este elemento permite actuaciones que en la interacción
cara a cara no serían posibles sin un coste personal elevado.
No voy a entrar a relatar fenómenos tipo gamberrismo electrónico
ni la consabida referencia a las prácticas relacionadas
con el sexo que se dan en la red Internet, que entiendo que en
un contexto global del Ciberespacio como tal tienen una importancia
menor. Me interesa más, reflexionar sobre otro tipo de
expresiones menos espectaculares pero de más peso específico.
Quiero resaltar los intercambios que se producen entre colectivos
muy heterogéneos (edad, clase social, profesión,
cultura) que gracias a ese velo que facilita una aproximación,
muchas veces informal, posibilita relaciones insospechadas en
otros marcos.
De esta forma, veo el Ciberespacio como un foco de generación
de otros "productos" sociales que son propios a su contexto;
propios, como exclusivos.
Entiendo que las "comunidades virtuales" como proyección
pseudomaterializada del potencial comunitario que poseen un conjunto
de individuos con un nexo común, sólo son tales,
en tanto que no son posibles sin la concurrencia del Ciberespacio.
Productos éstos que en algunas ocasiones se articulan y
estructuran, consolidando cibercomunidades a lo largo del tiempo
que trascienden el espacio físico. Aunque en numerosas
ocasiones este tipo de "productos" son de corta vida
y sucumben a los muchos problemas que tiene la convivencia cotidiana
en el Ciberespacio.
Creo necesario insistir en la idea de que la virtualidad de este
tipo de comunidades, tan sólo lo es en su representación
formal. Las consecuencias sociales de las relaciones que se establecen
en el Ciberespacio hay que tratarlas en el plano estrictamente
de lo social. Dichas consecuencias son reales para el sujeto en
"cuerpo" y para su entorno dependiendo del alcance de
las mismas. Al fin y al cabo todo "lo social" queda
unido en una red interdependiente de relaciones y no podemos ni
imaginar que la Cibersociedad puede llevar una dinámica
que trascienda a este mundo de relaciones sociales "sobre
la tierra".
1. 3. La teoría
de la Acción Comunicativa.
Emilio Sáez Soro © 2000